En un operativo de gran impacto, Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes más notorios del cártel de Sinaloa, fue detenido en El Paso, Texas. Junto a él, también fue arrestado Joaquín Guzmán López, hijo del conocido narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán. Estos arrestos, anunciados por el fiscal general estadounidense Merrick B. Garland, representan un golpe significativo para una de las organizaciones de narcotráfico más poderosas y violentas del mundo.

Zambada, un veterano del crimen organizado, había eludido la justicia durante décadas, dirigiendo operaciones de contrabando con una habilidad que le permitió mantener un perfil bajo. A pesar de su larga trayectoria en el hampa, esta es la primera vez que pisa una cárcel. Según reportes de AP, su astucia en los negocios le permitió sobrevivir a guerras territoriales y consolidar su liderazgo en el cártel.
La DEA había ofrecido una recompensa de hasta 15 millones de dólares por información que condujera a la captura de Zambada. Este arresto se suma a una serie de detenciones recientes de figuras importantes del cártel de Sinaloa, incluyendo otros miembros de la familia Guzmán.
El fiscal Garland subrayó la peligrosidad y el alcance del cártel, calificándolo como una de las organizaciones de narcotráfico más violentas y poderosas del mundo. La captura de Zambada marca un hito en la lucha contra el narcotráfico, pero también plantea interrogantes sobre el futuro del cártel sin uno de sus líderes más emblemáticos.